miércoles, 16 de febrero de 2011

Un lugar donde escaparme, mi sitio soñado.


Las islas Lofoten y Laponia noruega constituyen dos de los lugares más atractivos dentro de la naturaleza invernal de Noruega; lugares mágicos, llenos de encanto ártico y de aventuras extremas en la extensa naturaleza virgen.


Laponia noruega, la región más septentrional del país, no sólo le ofrece un paisaje único e inolvidable sino que también supone un lugar idóneo para disfrutar de las actividades invernales más excitantes y divertidas: los safaris en motonieve o en trineos tirados por perros huski; el safari del cangrejo real, que también podrá saborear; la pesca en el hielo o el esquí alpino son algunas de las emociones fuertes que esta región helada nos brinda.



 Sin embargo, esto no es todo lo que Laponia noruega nos ofrece. Podrá disfrutar de la naturaleza virgen en los cuatro parques nacionales de la región, ir en busca de la aurora boreal o adentrarse en un campamento sami para conocer en primera persona cómo viven los pobladores tradicionales de Laponia. Es precisamente éste uno de los grandes atractivos de esta parte del país: la cultura sami, instaurada en Laponia desde hace unos 3.000 años. También se trata de un lugar idóneo para las actividades más culturales gracias a su historia, natural y humana, y la gran cantidad de museos, monumentos o iglesias que la reflejan.

Por su parte, el archipiélago de las Lofoten constituye la joya del mar de Noruega. Cuenta la leyenda que, tras el saqueo de Europa por parte de los vikingos en el siglo X, muchos de los tesoros fueron a parar a estas islas y, aún hoy, los arqueólogos continúan encontrando muchos de ellos en sus excavaciones.



El archipiélago, situado por encima del círculo polar ártico, consta de unas 2.000 islas, si consideramos todo tipo de tamaños. Su capital, Svolvaer, y cinco de las siete islas más importantes, están conectadas a través de carreteras, aunque son estrechas y bastante peligrosas, por lo que hay que tener cuidado. Gracias a la construcción de estos cuatro grandes puentes y del túnel bajo el fiordo, de 1.780 metros, la vida en estas islas se ha hecho mucho más fácil para sus habitantes que, hasta 1983, contaban únicamente con ferrys como vías de comunicación, y muchas regiones quedaban incomunicadas por la nieve.

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